Momentos inolvidables


Desde que era muy pequeña siempre me encantaron los niños, quería ser pediatra, con el paso de los años y la mala relación con la Fìsica&Quìmica me hicieron ver que lo de estudiar medicina no era para mí, aunque siempre tuve claro que mi vida tendría que estar relacionada con los niños y así ha sido, no de pediatra pero si de profesora de infantil, profesión que me encanta y con la que disfruto mucho. Estos días trabajando en la maternidad, me han sacado esa vena “pediatra” que un día dejé atrás. Midi no para de repetirme que tendría que hacer algo relacionado con ese ámbito porque tengo un don y no debería perderlo. De momento sigo con lo de profesora, pero quien sabe a dónde me llevará la vida.

Como os comentaba en la entrada anterior, seguimos lavando y haciendo las curas del cordón, así que ya lo hago como si llevara una vida practicando. Las madres confían en nosotras, aunque cada día hay muchas nuevas, las que ya nos conocen le hablan de nosotras y lo que al principio era desconfianza se ha convertido en seguridad, llegando al punto de que un par de días llegamos más tarde porque empezamos con los niños y jóvenes de la parroquia, y nos sorprendimos al entrar porque varias nos estaban reclamando que llegáramos a esa hora, y muchos de los trabajadores también notaran nuestra ausencia e interrogaran con anterioridad a Midi para saber qué había pasado. Esta situación te dice que estás haciendo las cosas bien y que has logrado entrar un poco en una cultura muy diferente a la nuestra.

La semana transcurría con mucho trabajo en la maternidad (lo habitual; en 21 días un total de 117 partos) y empezando una aventura diferente en la parroquia, donde nos acercamos a los juegos populares congoleños,  que al principio nos resultaron un poco difíciles de entender por emplear más el swahili que el francés, aunque pronto nos unimos a los bailes y les decíamos a las niñas que nos los explicaran en francés. Además de estar en los momentos de juegos, también realizamos clases de inglés para los jóvenes. Una experiencia muy distinta a lo que estábamos viviendo en la maternidad, pero también muy gratificante el tener la oportunidad de conocer esta cultura desde otra perspectiva. Profundizaremos mucho más en la vida de estos niños del 27 de julio al 3 de agosto, porque nos vamos a una colonia con ellos fuera de Lubumbashi, así que estaremos de campamento en una zona aislada de los ruidos de la ciudad, rodeados de la energía y vitalidad de los jóvenes congoleños.



La maternidad todos los días nos sorprende con un instante que consigue emocionarnos; los primeros días por la novedad y experiencias vividas, los siguientes no defraudaron, llegaron cargados de momentos inolvidables, sobre todo para mí. Midi nos había mencionado la posibilidad de ayudarla algún día en un parto, cuando menos me lo esperaba, me lo propuso, se trataba de un parto sencillo  y me preguntó si me atrevía a hacerlo, no dudé ni un segundo en decirle que si, no me considero valiente por ello pero era una experiencia maravillosa que no me quería perder por nada del mundo, por lo que dejé a un lado todos mis temores y me lancé.

La madre dilatara muy silenciosamente y el bebé estaba tan bien colocado que no dio tiempo de llevarla a la sala de partos, allí mismo en la cama lo preparamos todo, fui a por los materiales necesarios, me coloqué los guantes y esperé órdenes. Midi me enseñó cómo palpar la cabeza moviendo los dedos para ayudar al bebé en la salida, tenía que introducir dos dedos bordeando la cabeza para aprovechar cada empujón de la madre y permitir que la cabeza avanzara. Casi sin darme cuenta ya me estaba indicando que empezara a tirar poco a poco del bebé, temblando como un flan pero decidida hacia todo lo que me estaba diciendo así lo hice, de pronto vemos que viene con una mano pegada a la cabeza, así que siguió ella tirando por si se complicaba la salida, pero poco tardó en salir para fuera sin ninguna complicación.  Me quedaba el último paso, cortar el cordón, cogí las dos tijeras que lo pinzan, una vez colocadas lo corté sin ningún problema, la verdad es que pensaba que me costaría mucho más de lo que finalmente fue, en esta ocasión nació una niña. La envolví en la tela y me la llevé a la sala de partos donde continué con todos los pasos sin dificultad, una vez que ya estaba lista la dejé de nuevo en la cama junto a su madre.




Las madres congoleñas sufren mucho en el momento del parto, pero tan pronto nace el bebé lo primero que hacen es darte las gracias, aunque no hayas hecho nada más que darle una mano acompañándolas como puedes en su dolor, pero ellas aprecian eses gestos y lo demuestran. Esta madre no fue diferente, y al dejar a la niña a su lado en seguida me miró con agradecimiento.

Si ya estaba emocionadísima por vivir esa experiencia tan preciosa como la de ayudar a que un bebé empiece su vida, lo que me esperaba al día siguiente no iba pasar desapercibido. La madre de mi bebita vino a traerla al momento del baño y la cura, con curiosidad le pregunté el nombre de la niña (lo suelo hacer a menudo, aunque en muchas ocasiones son nombres que me cuesta entender cuando me los dicen), pero me quedé atónita cuando ella me preguntó el mío, le quería poner mi nombre a la niña! Una Adriana en el Congo en mi honor! No me lo podía creer, se me encharcaron los ojos de la emoción, la abracé y le di las gracias. La bañé con mucha ilusión, ya había sido maravilloso ayudar en un parto como para que te lo agradezcan de una forma tan especial.



Os presento a Adriana, con su madre y conmigo

Ese mismo día, otra madre que ya se marchaba para casa con su bebé vino a decirme que me quería mucho, me había cogido cariño en pocos días. Todos estos detalles hacen que confirme que mi corazón no se equivocaba al escoger el Congo como primer destino de voluntariado, ha sido una de las mejores decisiones que he tomado hasta ahora.



Adriana

4 comentarios:

  1. No se cómo expresar los sentimientos que tengo.Lo que sí tengo claro es que hice una gran labor,porque eduqué a mis hijos con valores.Y me doy cuenta que a ti te han convertido en una gran mujer.Ole .Ole y Ole.

    ResponderEliminar
  2. Seguimos emocionandos contigo y con lo que te sucede en el Congo casi sentimos paso a paso lo que tu nos trasmites no podemos quererte mas

    ResponderEliminar
  3. Como de todos é ben sabido, hai un galego en cada rincón do mundo e agora, como non podia ser menos, temos unha Adrianiña no Congo. Arre demo!. Moitos bicos

    ResponderEliminar
  4. Adriana, a la vuelta vas a tener que devolvernos los 50 paquetes de kleenex que nos hemos gastado.... :-(
    Gracias por seguir compartiendo tus experiencias
    Héctor dice si la pequeña Adriana va a ir al cole de Josefinas también :-P

    ResponderEliminar