Las zonas donde visitamos las comunidades mayas fueron los
municipios de Raxruhá que significa "Río de aguas verdes" (Dep.
Altavera Paz, Guatemala) y Sayaxché que significa "Horqueta de Ceiba"
(Departamento de Petén, Guatemala).
En Guatemala más de la mitad de la población vive en comunidades,
que se encuentran en zonas apartadas a las que en algunos casos se puede
acceder con coche (como fue nuestro caso), moto o autobús... pasando unos
caminos llenos de baches (mi culo y espalda dan fe de ello) y en otros casos a
través de senderos por los que tienes que pasar andando; no llega ningún medio
de transporte.
El número de personas de cada comunidad varía, pero rondan entre 40
y 50 normalmente. Viven todos juntos en una zona pequeña, hablan Q'eqchí la
mayoría y se tienen que buscar los medios para salir adelante. Las comunidades
suelen estar abandonadas, las municipalidades no se acuerdan mucho de estas
personas que viven alejadas de las ciudades. A lo mejor no son tantos los
kilómetros que las separan de la ciudad más próxima, pero el trayecto es
complicado de hacer y dificulta mucho su acceso. La mayoría de mujeres siguen
vistiendo el traje típico que consta del "Corte" (falda) y del
"Huipil" (parte de arriba), los hombres no tanto.
Hemos tenido la suerte de visitar cuatro de estas comunidades en
compañía de la Organización Sagrada Tierra. Desde hace varios años, esta ONG
local realiza proyectos con distintos objetivos en función de la necesidad de
cada una de estas comunidades: capacitación de las mujeres, consolidación de
procesos productivos y de comercialización de gallinas ponedoras o pollos de
engorde (en su mayoría), acceso a servicios básicos y fortalecimiento de
liderazgos en mujeres, prevención de riesgos... La verdad es que tienen unos
proyectos muy bonitos y las personas que forman parte de la comunidad están muy
agradecidas con su ayuda. Como ya comentaba, las comunidades suelen estar
abandonadas a su suerte y la ayuda que suelen recibir es gracias a distintas
organizaciones como ésta
Comunidad de Belén
Comunidad La Lucha
Comunidad San Miguel Sechochoc
Comunidad Santuario
El primer paso de Sagrada Tierra cuando comenzó su trabajo en la
zona fue organizar a estas comunidades repartiendo distintas funciones. En
todas ellas existe una junta directiva con sus
distintos cargos (presidenta,
vicepresidenta, vocales...) que en la mayoría de los cados son mujeres.
El cocode, que suele ser un hombre, es el encargado de
transmitir información de la municipalidad a la comunidad o al revés y de la
gestión de los trámites. Además, en caso de conflicto, hace la función de
intermediario... Y el alcalde, que es el de más rango se
encarga de la toma de decisiones. Esta organización ha supuesto un cambio
importante para las mujeres, ya que tienen que ser partícipes de todas las
tomas de decisión y pueden dar su opinión. En definitiva, tienen voz y voto,
cosa que hasta ese momento no tenían. Los hombres se han tenido que adaptar y
acostumbrar a la importancia que tienen las mujeres, entender que su labor no
es sólo la de cuidar las casas y los hijos, e incluso se han dado casos de
cambio de roles, siendo ellas las que tienen proyectos de trabajo gracias a las
capacitaciones y las que llevan el sustento a la casa.
Una vez que conocemos un poco cómo es la situación y organización
de las comunidades, paso a hablar de mi vivencia.
Todas las comunidades sabían de nuestra llegada y nos esperaban
con curiosidad. Tuvimos todo tipo de recibimientos: desde el saludo más
sencillo y humilde, pasando por escuchar el himno de Guatemala para dar muestra
del valor que le daban a nuestra visita, hasta incluso un ritual maya realizado
por algunos jóvenes. Todos y cada uno de los recibimientos me dejaron sin
palabras. Era su manera de demostrar lo agradecidos que estaban por nuestra
visita. Para las personas que forman parte de estas comunidades, el que dos
extranjeros españoles les visiten es un orgullo, porque les hace sentir
importantes y porque les sirve de vía para comentar sus necesidades y pedir
nuestra ayuda si fuese posible. No se cansaron de darnos las gracias por estar
allí y de decirnos lo que significaba esa visita para ellos. Sin embargo, en mi
opinión los privilegiados éramos nosotros y así se lo hacíamos saber; sólo
podíamos estar agradecidos con el trato recibido, con que nos dejaran
conocerles y con el tiempo compartido.
Después del recibimiento, tuvimos momentos para conversar (alguien
de la organización de Sagrada Tierra nos ayudaba con la traducción). Las
mujeres de la junta directiva nos dedicaban esas palabras de agradecimiento,
nos contaban en lo que les había ayudado Sagrada Tierra con sus proyectos, nos
explicaban sus necesidades y pedían colaboración futura si era posible e
incluso nos preguntaban curiosidades sobre nosotros y España. Como íbamos
acompañados por los técnicos de la organización también aprovechaban para
informarles de cómo estaban y comentar algunas necesidades, ya que estas
comunidades reciben una vez al mes la visita de los técnicos para hablar de
cómo se encuentran y así recibir un seguimiento de los proyectos. Fueron unas
conversaciones muy bonitas, que nos permitieron conocer sus sentimientos y nos
acercaron a sus realidades.
Por si fuera poco, después del recibimiento y la conversación, nos
tenían prepara su comida especial, esa que preparan para las ocasiones
importantes; "El caldo de pollo criollo". Un caldo con toque picante
y un trozo de pollo, que a veces nos servían con papas o yuca. Eso sí, siempre
acompañado de tortillas de maíz. Este plato típico nos acompañó en todas las
comunidades, independientemente de la hora que fuera. ¿La manera de comerlo?
Con los dedos, siguiendo sus costumbres. Lo que peor llevé era ver que nos
servían comida solo a nosotros, ellos o bien comían después las sobras o no
comían. Y sobre todo sufría al ver que gastaban sus pocos recursos en nosotros,
cuando ellos lo necesitaban mucho más. Lo hacían con todo su cariño, ésta era
su manera de demostrarnos su agradecimiento y no comer lo que nos habían
preparado significaría rechazar o despreciar este agradecimiento, así que nos
comimos todo lo que nos sirvieron.
En una de las comunidades tuvimos la suerte de pasar varias horas,
y sumado a todo lo anterior, tuvimos un momento de baile ambientado por la
"Marimba" y nos prepararon además "Tamalito de Junco" para
desayunar y dulce de yuca y camote para media mañana.
De mis visitas a las comunidades me quedo sobre todo con las
miradas de curiosidad que recibíamos inicialmente pero que, poco a poco, se
iban transformado en miradas más cercanas mientras les intentaba dar muestra de
cariño, respeto y cercanía a través de mis sonrisas. Poco a poco se iban
acercando más ya sin las reservas de los primeros momentos.
Lo descubrí en el Congo y lo sigo comprobando, existe un idioma
que todos y todas conocemos y entendemos sin necesidad de usar palabras, el
idioma de las sonrisas. Soy afortunada por usarlo en lugares y momentos tan
especiales como los que pude vivir en el Congo y como los estoy conociendo en
Guatemala a lo largo de esta semana.
Enhorabuena Adriana!!!!!, un año más aprendiendo tú y, a la vez, enseñando a los demás.
ResponderEliminarGracias por compartir tu experiencia.
Que lo pases muy bien
Saludos
Héctor C.(tu ex-alumno revoltoso)
Muchisimas gracias por acompañarne un año mas! Un besazo a todos en especial a mi super alumno al q le tengo mucho cariño
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EliminarQue bonito! Deseando que cuentes más experiencias!!! Que orgullo ser tu compi y ver a través de tus ojos todas estas aventura
ResponderEliminarMe alegro que te guste! Orgullo tenerte a mi lado!
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